Arroz con acelgas y caracoles
Este arroz me lo enseñó Inma, la mamá de Rubén hace muchos años. Es un arroz muy típico aquí en Valencia capital. No tiene mucha cosa, el secreto está en poner unos buenos caracoles, si son "vaquetes" que son carísimas mejor, al menos de eso presumía el abuelo de Rubén que en su chalet de Lliria solía demostrarnos lo purista que era con los caracoles, las patatas, la paella valenciana, el "garrofó" etc.
Rubén iba al cole con mi hija Claudia hace 15 años. Empezaron a ir juntos en Preescolar y los años de Primaria. Su madre se lo miraba y no se lo veía, era un niño especial y ella era fuerte, trabajadora, lo hacía todo por él, se lo crió ella sola. Entonces yo rondaba los 28 más o menos y ella ya era una mujer con todas las de la ley acostumbrada a sacar las castañas del fuego. Me inculcó muchas cosas, yo era una madre joven y cuando yo iba ella ya venía, como se suele decir.
Su abuelo era un encanto, loco por el nieto, mientras Inma trabajaba. Rubén era de todos, tenía unos ojos redondos negros, guapo a morir. En alguna ocasión nos hizo una paella debajo de la "garrofera" del chalet de Lliria y fue entonces cuando empecé a saber lo que era un guiso de verdad. Aún teniendo una madre como la que tengo, para mí una gran cocinera y pastelera, lo que he aprendido siempre ha sido fuera de casa, en mercados, preguntando a gente mayor, y probando.
El abuelo de Rubén plantaba patatas, no comeré mejores patatas en mi vida. Se las comprábamos a él y nos decía cómo teníamos que conservarlas: tapadas en un cubo con arena.
Pasamos muchas tardes de parque y merienda, muchos cumpleaños juntos y no olvidaré el énfasis en la voz de Inma cuando llamaba a su Rubén, madre si se le escapaba de la mano: Rubén!!!!
Un mal día unos pájaros anidaron en el tubo de la caldera de la calefacción que tanto le había costado poner a Inma en su casa. Esa noche murieron ahogados Rubén, su abuelo y a Inma la sacaron de milagro.
A Rubén lo enterramos las mamás del cole, creo que vino su padre, no recuerdo, ¿qué importa si cuando lo necesitó no estuvo?, Inma estaba ... no se ... a saber dónde estaría Inma, físicamente no tengo datos pero cerebralmente, me lo imagino.
Este es el arroz que me enseñó Inma:
Sofríes unos trozos de pollo, o huesos de cerdo magrosos (los conseguirás si conoces al carnicero, de lo contrario los pelan totalmente) la carne que quieras poner.
Añades unos ajos tiernos y tomate rallado.
Ten en cuenta que le irá bien una cucharadita de carne de pimiento choricero.
El abuelo me enseñó a trinchar las patatas porque decía que así hacían el caldito espeso: añade pues una patata trinchada o dos, según los comensales.
Sálalo y añade las acelgas y los caracoles.
Pon agua suficiente para que cueza y si lo haces en olla, tapa la olla.
Cuando esto esté cocido, añade el arroz y el azafrán, aquí el abuelo quería azafrán del de verdad, me enseñó a tostarlo envuelto en un papelito encima de la olla y luego picarlo con los dedos apretando el papel que lo envolvía.
Pon además colorante si te gusta que quede amarillo.
El tiempo de cocción del arroz lo determina el tipo de arroz que utilices: si es un arroz normal y dependiendo de gustos, unos 20 minutos; si es arroz bomba, un poco más.
A mí no me gusta que este arroz quede tieso, un pelín crudo como suele gustar el arroz de paella, u otro arroz seco, me gusta bien cocidito sin llegar a "esclatarse" como llamamos aquí "arros esclatat" porque ahí ya la has fastidiado.
Torrijas
Y como estamos en Carnaval, unas torrijas en memoria de Rubén que seguro que allá donde esté estará pidiendo su merienda a las 5, hora de salida del cole.
Utiliza un paz de hogaza que tenga unos cuantos días (probé con dos panes, uno blanco y otro de nuez y me gusta más cómo salió el blanco).
Haz unas rebanadas.
Pónlo a remojo con leche y azúcar.
Echa una cucharadita de esencia de vainilla en la leche.
Bate unos huevos y ve calentando el aceite, que no llegue a humear (con el pan hay que ir con cuidado, el aceite enseguida se quema).
Cuando el pan haya absorbido la leche coge cada rebanada, pásala por huevo y fríela.
Espolvorea con una mezcla de azúcar y canela.
Rubén iba al cole con mi hija Claudia hace 15 años. Empezaron a ir juntos en Preescolar y los años de Primaria. Su madre se lo miraba y no se lo veía, era un niño especial y ella era fuerte, trabajadora, lo hacía todo por él, se lo crió ella sola. Entonces yo rondaba los 28 más o menos y ella ya era una mujer con todas las de la ley acostumbrada a sacar las castañas del fuego. Me inculcó muchas cosas, yo era una madre joven y cuando yo iba ella ya venía, como se suele decir.
Su abuelo era un encanto, loco por el nieto, mientras Inma trabajaba. Rubén era de todos, tenía unos ojos redondos negros, guapo a morir. En alguna ocasión nos hizo una paella debajo de la "garrofera" del chalet de Lliria y fue entonces cuando empecé a saber lo que era un guiso de verdad. Aún teniendo una madre como la que tengo, para mí una gran cocinera y pastelera, lo que he aprendido siempre ha sido fuera de casa, en mercados, preguntando a gente mayor, y probando.
El abuelo de Rubén plantaba patatas, no comeré mejores patatas en mi vida. Se las comprábamos a él y nos decía cómo teníamos que conservarlas: tapadas en un cubo con arena.
Pasamos muchas tardes de parque y merienda, muchos cumpleaños juntos y no olvidaré el énfasis en la voz de Inma cuando llamaba a su Rubén, madre si se le escapaba de la mano: Rubén!!!!
Un mal día unos pájaros anidaron en el tubo de la caldera de la calefacción que tanto le había costado poner a Inma en su casa. Esa noche murieron ahogados Rubén, su abuelo y a Inma la sacaron de milagro.
A Rubén lo enterramos las mamás del cole, creo que vino su padre, no recuerdo, ¿qué importa si cuando lo necesitó no estuvo?, Inma estaba ... no se ... a saber dónde estaría Inma, físicamente no tengo datos pero cerebralmente, me lo imagino.
Este es el arroz que me enseñó Inma:
Sofríes unos trozos de pollo, o huesos de cerdo magrosos (los conseguirás si conoces al carnicero, de lo contrario los pelan totalmente) la carne que quieras poner.
Añades unos ajos tiernos y tomate rallado.
Ten en cuenta que le irá bien una cucharadita de carne de pimiento choricero.
El abuelo me enseñó a trinchar las patatas porque decía que así hacían el caldito espeso: añade pues una patata trinchada o dos, según los comensales.
Sálalo y añade las acelgas y los caracoles.
Pon agua suficiente para que cueza y si lo haces en olla, tapa la olla.
Cuando esto esté cocido, añade el arroz y el azafrán, aquí el abuelo quería azafrán del de verdad, me enseñó a tostarlo envuelto en un papelito encima de la olla y luego picarlo con los dedos apretando el papel que lo envolvía.
Pon además colorante si te gusta que quede amarillo.
El tiempo de cocción del arroz lo determina el tipo de arroz que utilices: si es un arroz normal y dependiendo de gustos, unos 20 minutos; si es arroz bomba, un poco más.
A mí no me gusta que este arroz quede tieso, un pelín crudo como suele gustar el arroz de paella, u otro arroz seco, me gusta bien cocidito sin llegar a "esclatarse" como llamamos aquí "arros esclatat" porque ahí ya la has fastidiado.
Torrijas
Y como estamos en Carnaval, unas torrijas en memoria de Rubén que seguro que allá donde esté estará pidiendo su merienda a las 5, hora de salida del cole.
Utiliza un paz de hogaza que tenga unos cuantos días (probé con dos panes, uno blanco y otro de nuez y me gusta más cómo salió el blanco).
Haz unas rebanadas.
Pónlo a remojo con leche y azúcar.
Echa una cucharadita de esencia de vainilla en la leche.
Bate unos huevos y ve calentando el aceite, que no llegue a humear (con el pan hay que ir con cuidado, el aceite enseguida se quema).
Cuando el pan haya absorbido la leche coge cada rebanada, pásala por huevo y fríela.
Espolvorea con una mezcla de azúcar y canela.