Zamburiñas revolcadas en la plancha
Estos últimos días me ha llegado de todo, un paquete por correo con un hermoso regalo que ya exhibiré, una crisis de ansiedad de paquete, el paquete que le he metido al cirujano, y, algo muy curioso, un par de bofetadas que han cruzado el Atlántico además de toda vuestra atención que siempre agradezco.
Quiero aclarar que este no es un blog de cocina, no me considero ninguna experta, me encanta cocinar pero no me apasiona, y sin apasionarme no lo hago mal, visto que por aquí se chupan los dedos de continuo.
Este es un blog de momentos, buenos y malos, tristes y alegres, un blog de lo que es la Vida y de lo que la niega o perturba.
Mi lenguaje es el que aprendí en el colegio de niña, siempre con buenas notas, tratado de mejorar a través de lecturas, literatura y siendo estricta en las reglas de ortografía sin ser perfecta.
Lo que vivo lo plasmo tal y como me sale evitando ser dura, salvaje y crítica en muchos momentos porque siempre doy una oportunidad a lo que no la tiene. No tengo más destrezas en mi forma de escribir, no me las doy de nada y cuando gusto a alguien me lleno de interrogantes.
Este blog empezó como terapia a un problema personal viendo en la cocina, un entretenimiento, un arte, la excusa y pensando en intercalar vivencias entre puchero y puchero. Pero llegó el cáncer.
Pasaron los meses y esas vivencias no eran otras que mi experiencia con el cáncer. Hay un post en el que anuncio que me voy a operar pero a la vuelta sigo cocinando y presentando mis fotos lo mejor que puedo. No nombro la quimio, no hago referencia a mi estado de ánimo, solo presumo de cacharros y disfruto con todo lo que voy aprendiendo de tod@as vosotr@s.
Quienes entonces ya me conocíais sabéis que nunca se habló de cáncer aquí porque si bien el blog había nacido como terapia a un problema no iba a hablar de otro, si no que iba a ser una evasión, herramienta para la imaginación y medio para compartir con vosotras todo tipo de momentos. Con Su compartimos, además del esplendor de sus recetas, la lucha de su padre. Con Regi vivimos a través de su blog la lucha de su hija Anna con su corazón. Maricruz se nos operó entre natillas y piñonadas, de la vista y la acompañamos en sus momentos. Y, me podría hacer muy extensa porque mi interés no son los blogs de recetas sino las personas que hay detrás de ellos.
Está claro que este es mi sitio y que cuando venis, si os nace me dejais comentario, siempre agradecido, si os vais y me dejais vuestro silencio, siempre tengo esperanza y el tiempo me ha descubierto gente como la maravillosa Adormidera que venía, no hacía ruido y tal y como venía se marchaba, ahogada a veces con lo que leía. El tiempo me la ha descubierto y como a ella, a tantas otras personas.
También está claro que no adopto ningún prototipo de comportamiento antes de entrar aquí, que no ensayo nada, que no me rijo por nada más que por lo que entiendo por educación y respeto, que unas veces os traigo CAL y otras ARENA. Y siempre me habéis acompañado.
Lo que quiero que quede muy claro es que yo no vengo a tirarme a este mi sitio, para que, según expresiones que me llegan, vosotras me recojáis. No mido mi orgullo antes de venir aquí, entre otras cosas porque no lo tengo.
A través del blog he conocido gente maravillosa, personas que de no ser por este sitio no hubiera sabido nunca de ellas y de las historias de sus vidas.
En mi correo hay diversas carpetas en las que guardo las conversaciones que tengo con vosotras porque no me permito equivocarme con nadie y es importante conocer a cada persona y no patinar con nadie.
Todo lo que me ha llegado de vosotr@s, todo, absolutamente todo ha tenido un sentido y valor para mí, hasta vuestras críticas, hasta vuestras bofetadas, que también me han llegado recientemente, porque para mí todo lo que sale de un ser humano tiene su punto positivo. Lo que no consiento, por respeto a la gente que me sigue, que me apoya y que pierde minutos de su preciado tiempo para hacerme llegar su cariño, es que alguien se salte la línea de comentarios, utilizando su confianza en mí para venir y decirme con un lenguaje macabro lo que le parece que estoy haciendo.
Estoy abierta a todo tipo de opiniones, culturas y argot utilizado con cariño pero no hasta el punto de perder mi dignidad. Aceptar que me revolco en el blog para que vosotras me deis vuestros "apapuchos" es perder mi dignidad. Y que alguien me pida que deje de hacer lo que estoy haciendo es un intento de manipulación, de no dejar que sea yo misma. Y todo en función de qué?.
A alguien le molesta que aquí se hable de cáncer? Una de cada cuatro mujeres este año lo padecerá.
A alguien le molestan mis debilidades? Que no entre, y si ya lo ha hecho, en mi blogroll hay opciones alternativas interesantísimas, en todos los idiomas.
Si alguien está en la cima del monte que estoy escalando que espere ahí arriba porque yo subo en burra, a mi ritmo, y llevo un equipaje como el de las princesas, ya sabeis que el sol ahí arriba quema y hay que protegerse con una pantalla total que sino nos salen manchas y el láser está caro.
Ahora cojo el mocho para fregar la vomitera de abajo.
Me dió una crisis de ansiedad por la extrañeza de la pesca.
La pesca no cabía en mi nevera, es más, había un gran chuletón que le hacía la competencia.
Mi reacción fue precipitada, el resultado no es tan malo, necesito acostumbrarme.
No soporto los cuerpos extraños dentro de mí.
Me esfuerzo tanto en llegar que no soporto las decepciones.
No he sido justa, he juzgado demasiado rápido.
Acepto que lo que me han hecho es mucho más sencillo que la otra operación.
Considero que en el camino de superar la enfermedad me dio un ataque de egoísmo.
Mi cirujano está enfadado con mi reacción, en mi historial pone: está muy descontenta. Dijo que le estaba ofendiendo cuando tan solo estaba cuestionando los resultados. Si dejaran de lado su orgullo podrían acercarse más al paciente.
Me han quitado los puntos y ya estoy mejor, no me tira tanto. El lunes vuelvo a ver si me quitan el drenaje. Con indicación "más tranquila".
No me siento culpable de nada, acepto la reacción como parte de este proceso.
El día que salimos del hospital volvimos a ir de pesca, pero al mercado. Compramos estas zamburiñas y sencillamente las disfrutamos a la plancha con una picada de ajo, perejil, aceite y vino blanco. Se aparta la zamburiña de la concha, se enjuaga y se pasa por la salsa antes de llevar a la plancha. Vuelta y vuelta y si se reseca, añadir un poco más de salsa.
No se llevaron muy buena puntuación, nos gusta más la frescura de nuestras tellinas de playa.